Viernes, 14 horas.
Estamos en el Tigre. No sé bien por qué. Nos despertamos, cogimos, y no sé quién de los dos propuso salir a pasear.
Viajamos en tren, ni ella ni yo sabemos manejar. Retiro-Tigre. Besarnos en el vagón como si fuéramos dos adolescentes. Caminar. Reconocer. Empezar con los "¿te acordás de cómo era esto cuando el Mc Donald´s no estaba?". Visitar el Puerto de Frutos, que ya no tiene frutos sino muebles varipintos. Ella compra algo, luego me dice que es para mí, que es un regalo. No dice "para que me recuerdes cuando no nos volvamos a ver", por suerte. Un velador. Como si me iluminara, o como si deseara regalarme luz.
El día es lindo. Ni calor ni frío. Caminamos. Comemos en una parrila pulgosa, frente al río.
Luego, lancha. Abrazados.
Siempre abrazados.
Después, volver.
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