Una mañana recibo un mail. El remitente es José Facebook, que aparentemente me escribió para avisarme que Sonia 04 (dNS) desea ser mi amiga. Clickeo en el "aprobar amistad" -o algo así-, y enseguida descubro que el estado civil es "soltera", pero, alarma, que nació en 1987. Es decir, 16 años después que yo. Es decir, que tiene 22 y eso transforma mis 38 en una carga pesada, imposible. La foto del perfil promete, pero es diminuta. Me fijo en las fotos almacenadas. Si bien hay unas cuantas de paisajes -nunca voy a entender para qué mierda la gente las cuelga en un lugar como Facebook, me recuerda a cuando uno va a la casa de alguien que acaba de regresar de vacaciones y te dicen "¿querés ver las fotos?" y antes de que uno responda "no" con absoluta honestidad se encuentra con un album de imágenes donde la persona que se fue de vacaciones se inmortalizó junto a sitios inmortales, y también otras donde jugó a ser fotógrafo profesional y la verdad que a uno no le mueven un pelo, por suerte, para cuando nos preguntan qué nos parecen las fotos, existe la palabra "lindo"-, es también generosa en cuanto a fotos de ella. Parece petisa, morocha, pelo lacio, ojos oscuros -imposible determinar si negros o marrones-, una sonrisa que parece conquistar cualquier cosa que se proponga. Tiene, también, dos tetas voluminosas. Eso me hace temer que sea "gordita", pero me fijo en los brazos y resultan delgados. A medida que avanzo en las imágenes, que la veo con sus amigas, con su perro, con sus cosas, me siento viejo. Hace demasiado que no me entusiasmo con hacer esa clase de pelotudeces. Quizás crecer sea eso, perder el entusiasmo. En ese sentido, vivimos años adultos. Los ochenta fueron esperanzadores, los noventa individualistas, pero esta última década se caracteriza por una apatía y desesperanza abrumadora. En fin. Vuelvo al perfil, descubro un dato que se me había pasado por alto: es de La Plata. O sea, nos separan 16 años y unos cuantos kilómetros. Sin embargo, Sonia 04 (dNS) es muy bonita. Demasiado, diría. Investigo, y se unió al grupo de Facebook que indica "Yo sigo a Elemental". Ya me resulta divina.
Cuando le escribo para saber por qué me agregó como amigo, me siento un viejo verde. Pero eso sí: sonrío.
1 comentario:
"Quizás crecer sea eso, perder el entusiasmo"
Ufa, que bajón... no quiero crecer!
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