14 octubre 2009

Elemental en Colombia: Cambio de roles

Martes (cont.).

El Ejecutivo pregunta a qué hora nos parece reunirnos para diagramar los próximos días. Cuando abro la boca para posponer lo máximo posible el encuentro porque muero de hambre, escucho que Hugo Chávez dice:
-Yo tengo hambre, quiero almorzar.
Lo miro. Le sonrío. Quien no sonríe es el Ejecutivo. Dice que bueno, que entonces almorcemos ahora en el restaurante del hotel y que nos encontramos tipo cinco para diagramar los próximos días. Hay una cierta fascinación, en su forma de pronunciar "diagramar los próximos días", como si en verdad se tratara de dominar el tiempo, el mundo. No entiendo para qué tanta insistencia, hasta que noto que de reojo mira a La Chica Más Linda que Vi. Forro.
Tomo las valijas. Encaro para el ascensor, y descubro que La Chica Más Linda que Vi enfila hacia la salida del hotel.
-¿Te vas? -pregunto.
-Mañana nos vemos, argentino -dice.
Nos miramos un segundo. Luego, ella se acerca a donde estoy y me saluda con un beso en la mejilla. Se marcha, y a mí me queda su perfume a frutos cítricos.
Voy al ascensor. Me acompaña un botones. Estoy en el quinto piso, el último del hotel. El Ejecutivo y la Encargada de Prensa están en el tercero, Chávez y Fulop en el segundo. Imagino que el mejor piso debe ser el tercero, entonces, pero la sospecha desaparece cuando el botones abre la puerta y me dice que esta es mi habitación. A la mierda. Había escuchado las virtudes de los hoteles boutique palermitanos destinados a distinto tipo de garca que vienen del exterior, pero no me imaginaba que eran como esto. Es un dos ambientes, lujosísimo. El sommier de dos plazas es grande como mi dormitorio. La televisión, un LCD gigantesco. Hay equipo de música. Hay, en el comedor, un juego de sillones de lo más monono. Miro todo extasiado, hasta que escucho el carraspeo del botones.
-No tengo dinero colombiano -me disculpo-, ni cambio en dólares.
-No se preocupe, Don Elemental.
Me llama por el nombre. Me agrega el Don. Que, a decir verdad, suena mucho mejor que el Señor que me empezaron a destinar en Buenos Aires. Está bueno, esto de que se piensen que soy un periodista importante de la Argentina. La confusión me sirve y, en cierto sentido, me hace sentir bien. Si viajar es empezar a sentirse otro para luego volver a la normalidad cuando uno regresa, acá en Colombia me están empujando a pasos acelerados a ser otro. Las mujeres me miran. Los hombres me tratan con respeto. Es como si acá no fuese Elemental, sino otra persona.
Acomodo mis cosas. Abro la notebook, me conecto al wi fi y le escribo al Editor "ya llegué, el hotel es de puta madre y avisale a Casanova que en el frigobar tengo un Jack Daniels". Cierro la notebook. Bajo.
Cuando llego al restaurante, ya están Chávez y Fulop acomodados a una mesa, sentados uno al lado del otro. Me acerco, pregunto si me puedo sentar con ellos -evidentemente, estoy cambiado: en otra situación, más normal, me hubiese sentado solo y esperado a que me invitaran-, y ellos dicen que sí, claro, por supuesto. Miro el menú. Miro, también, las tetas de Catherine Fulop. Está sentada delante mío. Tiene una remera con dos ositos, y cada osito queda a la altura de una de sus tetas, es como si Yogui y Bubú quisieran salir de la pantalla. Me pregunto cómo serán esas tetas liberadas de la remera y el corpiño, y sospecho que la ley de gravedad debe obrar sobre ellas con una crueldad innecesaria. Por eso prefiero las tetas chicas, siempre. Para olvidarme de la gravedad. Y gravedad entendida en todas sus acepciones.
Miro el menú. Una mierda. Todos platos supuestamente elegantes, de los cuales no como ninguno. Me juego por unas patitas de pollo rebozadas. Ellos van a compartir una ensalada.
-Lindo, el hotel, ¿no? -digo por decir.
-Sí, tiene un jacuzzi hermoso -dice Fulop.
-¿Jacuzzi? Mi habitación no tiene -digo.
-La tina -dice Fulop.
-La bañadera -digo.
-Eso. Ideal para baños de inmersión -dice Fulop.
Noto que Chávez mira las tetas de Fulop. No puede hablar. Debe estar imaginándose cómo será Fulop en pelotas, en la bañadera. Transpira. Me cae simpático.
-¿Y qué tal estuvo el vuelo? -pregunto.
-Bien -dice Chávez.
-Bien -dice ella.
-¿Ustedes se conocían de antes? -pregunto.
-No, recién en el aeropuerto -dice Chávez, como quien dice "lamentablemente no nos conocíamos de antes".
-Estuvimos platicando mucho durante el vuelo -dice Fulop-. Tú eres divertido, para platicar en vuelos, ¿no?
-Y... -pienso en Martirio-. Depende.
Nos sirven los pedidos. Tal como sospechaba, la comida es una mierda. Suerte que en el frigobar hay maníes, papas fritas y chocolates.
-Lo difícil fue pasar por la Aduana -dice Chávez.
-¿Por? -pregunto.
-La miraban mucho.
Fulop sonríe, entre orgullosa y avergonzada, u orgullosamente avergonzada, o avergonzadamente orgullosa.
-Le preguntaban por los ositos -dice Chávez.
Ok.
Congelemos la imagen.
Acabo de entenderlo todo.
Acabo de entender de qué va todo esto, mi viaje a Colombia.
Acabo de entender el sentido de mi vida en esta vida de tres días en el norte se sudamérica o el sur de centroamérica.
Con "le preguntaban por los ositos", Chávez acaba de dar cuenta de que los tipos de la Aduana le miraban las tetas a Fulop. Al mismo tiempo, acaba de dejar en claro que él también notó los ositos, y las tetas. Es decir, acaba de piropearla dando a entender que es deseable para otros hombres. Es un piropo intrincado, indirecto, pero lo capto. Y lo capto porque, con mi timidez, soy de hacer esa clase de piropos. Además, luego de decirlo, Hugo Chávez se sonrojó y enmudeció. Como yo cuando digo esas cosas. Y, antes, fantaseaba con ella en el jacuzzi/tina/bañadera. Un pajero. Como yo.
Por otro lado, a mí me tratan con deferencia. Las mujeres me miran. Todos me dicen que soy simpático. La vida me sonríe.
Estoy en otro país, en otra latitud, al norte del Ecuador.
Acá todo es al revés que allá.
Acá, yo soy el Editor Más Fachero.
Acá, Hugo Chávez es Elemental.
Y, si soy el Editor Más Fachero, tengo que obrar como él. Ése es el sentido de estos días: tengo que conseguir que este gordito de anteojos se garche a la tetona de Catherine Fulop.

11 comentarios:

China dijo...

Elem, me hacés reir mucho! En el post anterior, lo de tu posible adaptación a colombia, fue genial!

María Auza dijo...

Don Elemental (al mejor estilo colombiano):
Es muy posible que los roles se hayan cambiado por una sencilla razón que procederé a explicar (y que entre otras cosas me da algo de vergüenza pero qué le vamos a hacer si l@s colombian@s somos así).
Hay una regla que operará en un 85% de los casos: Acento argentino en Colombia actuará como afrodisíaco, o para decirlo más directamente, aflojará bombachas (esa palabra no se usa en mi país pero me la enseñó una amiga argentina).
Podés estar dando una receta de cocina o el reporte del clima, y cualquier mujer que esté en frente va a mirarte imaginando cómo sonaría ese acento en otras circunstancias que no tengo que describir. El comentario sería: ¡Este tipo habla diviiiinooooo!
En el caso de interacciones con el mismo sexo, es posible que despiertes envidia o admiración, y todo por, sí señor, el acento.

Un abrazo, espero que la regla se haya cumplido y que la hayas pasado muuuy bien en Macondo!

Lumi dijo...

Jajajaja sos groso!

bel! dijo...

Pero qué generoso!

Jajaja

Anónimo dijo...

Es maravilloso crearnos personajes, jugar con ellos y salirnos de la cuadrada realidad que nos creamos, y el encontrarnos en lugares en donde no nos conocen nos regala a manos llenas esa oportunidad.

Saludos Elemental y lo mejor para ti

sole dijo...

Bien Elem, la argentinidad al palo.

Diego Grillo Trubba dijo...

Solamente, gracias y saludos para ti.

Sole, en efecto.

Anónimo dijo...

A que se debe el celeste cielo? No quiero ser rompehuevos (que seguramente lo soy) pero se te veia mejor con el blanquito lavado.

Te cualquier manera lo que vale no está ahi.

NN

Serena ahora Serena2 dijo...

"Es un piropo intrincado, indirecto, pero lo capto."

Tampoco la pavada. No era taaaan complejo. Estoy segura de que usted en Argentina, o medioamérica es capaz de más.

No quiera cambiar. Usted es inmejorable así como es.

PD: culo redondeado Y pechos de tamaño adecuado (chicos para otros) - cada día lo quiero más

Diego Grillo Trubba dijo...

NN, supongo que el beso de lengua me hizo sobreactuar masculinidad. Pero, si me lo decís así, lo cambio cuanto antes.

Serena, gracias por el querer.

Anónimo dijo...

Queres jugar a ser Maquiavelo? Mmmmm...me parece que Chavez se garcha a la Fulop sin el plan estratégico, sino preguntale a Elemental...

Saludos, Agus

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