14 octubre 2009

Elemental en Colombia: Hay equipo

Martes (cont.).

Como si la prensera del evento no fuese capaz de coordinar el horario con quien me tenía que pasar a buscar por el aeropuerto pero sí escribirse con García Márquez para consultarlo acerca de qué era lo más típico que Colombia podía mostrarnos a nuestra llegada, llueve. Torrencialmente, pero sólo en algunos pedazos del terreno. El cielo está encapotado, la humedad es un perfume gris, pero sólo en determinados puntos la lluvia es una catarata. En otros, se asemeja a los otoños porteños. En otros, una llovizna tímida, como cuando uno va a mear en la casa de una persona que recién conoció. Estoy en Bogotá, pero estoy en Macondo.
Se lo digo a La Mujer Más Linda Que Vi. Sus ojos almendrados -en forma y color- me sonríen, y me acaricia el brazo:
-¿No es chévere?
-¿Cómo, chévere?
-Bonito, lindo. Para recibirte, hemos hecho que llueva.
-No, si eso lo entendí. Pero pensé que el chévere era venezolano, no colombiano.
-No, argentino, es de toda la zona.
-Ah, centroamérica.
-Esto es Sudamérica, no Centroamérica.
-Bueno, pero están bastante al norte del sur, ¿no?
-Eres divertido, argentino.
-Además, no me vengas con geografía que vos no sabés diferenciar 12 AM de PM. Decí que te tocó un argentino simpático, que si no...
-Eres divertido, argentino.
-¿Alguna vez estuviste en Buenos Aires?
-No, pero me gustaría.
-Bueno, avisame, así te dejo esperando en el aeropuerto.
-Ja. Había pensado en ir con unas amigas, a ver el recital de Madonna, pero no pudo ser.
-¿Amigas?
-Amigas.
-¿Novio?
-Amigos.
-¿No tenés novio? ¿Qué les pasa, a los colombianos?
-Nadie me quiere. ¿A tí te parece?
De repente, estoy pensando en cómo sería el resto de mi vida en Bogotá. La lluvia no me molesta. El narcotráfico, bueno, supongo que puedo adaptarme y ser consumidor. La violencia, siempre fui fanático de Titanes en el Ring y Tarantino.
-Ahí llegan.
Quienes llegan son los que arribaron en el avión procedente de Caracas. Pronto nos presentan. Está el Ejecutivo de la Cadena de cable -que enseguida se pone a hablar aparte con La Mujer Más Linda Que Vi, muy de cerca-, la Encargada De Prensa de la Cadena de cable, y dos periodistas. Para que no haya confusiones, vamos a llamarlos, por ahora al menos, Hugo Chávez a él y Catherine Fulop a ella.
Hugo Chávez debe tener mi edad. Es gordito. Usa anteojos. Catherine Fulop, en cambio, es bajita -toda las mujeres parecen ser bajitas, en esta Centroamérica que parece que es Sudamérica-, el pelo negro, lacio, y dos tetas portentosas.
Nos metemos en la combi. La Mujer Más Linda Que Vi se ubica junto al chofer. El Ejecutivo, detrás de ella, y le hablará todo el recorrido hasta el hotel desde atrás, por encima del hombro. A mí me toca la Encargada de Prensa, quien me empieza a preguntar por la ley de medios y los Kirchner. La miro. No sé bien qué decirle, cómo hacer para que entienda en una misma oración que el kirchnerismo es una falsificación del alfonsinismo con más prepotencia y menos pruritos institucionales -es decir, nada que ver con el alfonsinismo- pero que al mismo tiempo la ley de medios no está mal, que resultaría útil. Estoy cansado antes de hablarle, y la Encargada -anda por los cincuenta, no creo que quiera levantarme con su pregunta aburridísima- espera con ansias. Hugo Chávez interviene: él mismo explica los paralelos entre el chavismo y el kirchnerismo, y tiene muy en claro cómo son los monopolios en la prensa argentina. Por suerte.
En el recorrido, la combi atropella a un linyera. El tipo sale despedido. Creo que soy el primero en verlo -cualquier cosa con tal de no participar de la charla acerca de las libertades periodísticas-, grito "cuidado", el chofer clava el pie en el freno, pero es tarde. El linyera vuelva hacia atrás y queda tendido en el asfalto de la autopista. Bajamos de la combi para mirar lo ocurrido. El chofer se agarra la cabeza, llora, grita que él venía bien, que se había despertado bien, que no le había hecho ningún mal a nadie, y se pregunta a los gritos por qué diosito le ha hecho algo así. El linyera se incorpora. Nos mira. Sacude la cabeza, y sonríe. Corre hacia el costado de la autopista, esquivando automóviles como cuando lo atropellamos, sólo que ahora con éxito. Estoy a punto de gritarle que corrió hacia el punto desde el que venía cuando lo atropellamos, pero no me escucha: salta y bailotea, totalmente sacado. ¿Vamos?, dice el chofer sin rastros de llanto ni desesperación.
Volvemos a la combi. Volvemos a la libertad de prensa. Todos me dicen, eligiendo con cuidado las palabras, que Cristina Kirchner no les cae bien. Me encojo de hombros: "no es mi novia ni mi madre, pueden decir lo que quieran".
Catherine Fulop lanza una carcajada.
-Ah, los argentinos y sus madres...
Hugo Chávez traza el paralelo entre Hugo Chávez y Cristina Kirchner. Por lo que dice, son parecidos. Recién entonces me meto en la charla. Digo que si existe una línea de contacto entre ellos, también se puede trazar otra entre Lula y Bachelet: son verdaderamente de centroizquierda y están preparados para el cargo que ejercen. Todos asienten.
-Muy bien, argentino -me dice Hugo Chávez.
-Sí, muy bien -me dice la Encargada de prensa, que es venezolana y dudo que si trabaja para una multinacional como la empresa de cable sea muy de izquierda, pero evidentemente cualquier cosa que se diga contra su presidente le vendrá bien.
Llegamos al hotel. Nos informan que, antes, llegaron la mexicana -la llamaremos Juana Rulfo-, el portarricense -lo llamaremos Portarricense-, el panameño -Noriega- y el chileno -José Donoso-. Nos dicen en qué cuartos vamos a estar. Nos entregan las llaves. Nos piden una tarjeta de crédito. Estoy a punto de explicar que no tengo, que la mía sólo tiene validez en Argentina y el Mercosur y, creo, Chile. Y que en el diario sólo me dieron cien dólares de viáticos por si surge una emergencia. Estoy a punto de decir todo eso cuando el Ejecutivo pela una American Express Ultragold que nos enceguece, supongo que es corporativa, y dice:
-Van con la mía.
Cuando estiro los labios para sonreír, veo que La Mujer Más Linda Que Vi lo observa con admiración -por el dinero, supongo-.
Mierda.
Ya se repartieron los roles.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Dinero mata carita, pero rollo mata todo.
Animo E, que usted es más que un plástico bancario.

Saludos!



La Otra Maja

Diego Grillo Trubba dijo...

Otra Maja, ¿rollo mata todo? ¡llevo las de ganar!

Anónimo dijo...

Por supuesto que lleva las de ganar. Qué se creía?


La Otra Maja

Diego Grillo Trubba dijo...

Otra Maja, ¡vamos todavía!

Catalina dijo...

Elemental, cada vez escribís mejor...

muy buena la historia... y los nombres! (Juana Rulfo ja ja)

Diego Grillo Trubba dijo...

Catalina, gracias.

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