17 octubre 2009

Elemental en Colombia: El Nuevo Mundo

Martes (cont.).

La habitación está ordenada. Lo cual, por cierto, habla muy bien del servicio del hotel. Apenas entré, apenas el botones y la mucama se retiraron, antes de bajar al almuerzo con Hugo Chávez y Catherine Fulop, desarmé las valijas. Es decir: desparramé la ropa sobre la cama de ocho plazas, incluyendo las bolsas con champú, crema de enjuague, desodorantes de axila y de pie, hisopos. Desarmé la mochila, lo cual implicó sacar las notebook y dejarla tirada sobre la mesa ratona, libros sobre los sillones. Esas cosas. Sin embargo, al entrar, la habitación está ordenada. Sobre la almohada, dos bombones de chocolate. Los como: el almuerzo era horrible, tengo hambre. Miro la habitación, el orden. Comprendo. Apenas entré, intenté hacer de este lugar un sitio mío, o mejor dicho el sitio que me corresponde por debajo del Ecuador. O sea: mi casa, que salvo cuando viene la mujer del portero es un quilombo. Pero Colombia, por intermedio de sus corporizaciones materializadas en las mucamas, me recuerda que acá no, acá no soy ése. No soy Elemental. La habitación es tan ordenada que, justamente, corresponde a las costumbres del Editor Más Fachero. La otra vez pasamos por la casa a tomar un café antes de ir a otro lado. Estaba su gato. Un siamés. Lindo, bien perro. Cuando escuchó que entrábamos, ya corría hasta nosotros. Se excitó. Comió apurado. Nosotros no, tomamos café tranquilos, antes de partir a una cena. Cuando nos levantamos, en el pasillo de salida había una pequeña laguna de vómito. El gato. El Editor fue hasta la cocina, tomó un trapo de piso, lo humedeció y limpió la laguna de vómito. Luego, cuando todo estuvo inmaculado, regresó a la cocina y enjuagó el trapo a conciencia. Y nos fuimos. De haber sido mi casa, de haber sido mi gato -y debería evaluar seriamente la posibilidad de comprarme un siamés, porque un perro sería imposible-, nos habríamos ido y el vómito habría quedado ahí, y mientras el Editor me puteaba por no limpiar yo le hubiese dicho que iba a hacerlo a mi regreso, aunque es probable que a mi regreso tampoco hubiese limpiado nada y sólo habría puesto manos a la obra cuando el olor a vómito hubiese invadido el aire. Acá, soy ordenado. Colombia me indica que debo ser ordenado. Y no debe suponerse que es porque estoy en un hotel, que mi razonamiento es inválido. Cuando voy a Tucumán hago los mismos quilombos, y nadie ordena. No. Es Colombia. Es un razonamiento absolutamente válido. Y, por otro lado, es también una sensación. ¿Hace cuánto que no pienso en la muerte? Me cebé tanto con Hugo Chávez explicándole que él era el Elemental venezolano que me olvidé que hay cosas que me angustian. Me tiro en la cama. No duermo desde ayer a la mañana. Porque los cabeceos en el avión, junto a Martirio, no cuentan. No duermo desde ayer a la mañana. Y no estoy cansado, sino lleno de energía. Sé que alguien podría decirme que estoy pasado de sueño, pero se equivocaría. Ése es un estado similar a la borrachera, y esto es otra clase de borrachera. Es como si aquello fuera estar borracho de cerveza, y esto de champagne -lo cual en Colombia, para mezclar con merca, resulta ideal-. Estoy cool. Pienso en las posibilidades. Pienso en Hugo Chávez, en su mujer y sus hijos. Pienso en Catherine Fulop. Mientras almorzábamos, ella me miraba con insistencia, lo cual es natural si soy el Editor Más Fachero, y me decía "argentino simpático, el único argentino simpático". Pero, en el almuerzo, descubrí otra cosa: Catherine Fulop también miraba a Hugo Chávez, el Elemental venezolano. De esa forma, deduje dos cuestiones. La primera es que el Editor Más Fachero puede ser más atractivo que yo, del otro lado del Ecuador, pero que eso no elimina mis posibilidades: no está muerto quien pelea. La segunda es que Hugo Chávez, el Elemental venezolano, tiene chances con Catherine Fulop. Y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que se coja a esa tetona antes de que regresen a su país y se pierda cualquier tipo de magia.

12 comentarios:

Serena ahora Serena2 dijo...

como sé que volvio a la Argentina me alegro que haya decidido seguir siendo elemental, desordenado, neurótico y adorable. Así lo queremos -

Anónimo dijo...

Gracias por el color.
Gracias por el post.
Gracias por ser como sos.

NN

Unknown dijo...

Elem, al fin. Gracias por retomar aunque me maltrates llamándome sacada.
Adieu!
Sole

Anónimo dijo...

No hay nada como viajar lejos para sentirse diferente. Lejos de tus angustias y desórdenes internos. Igual es un engaña-pichanga por que si te quedabas un año en Colombia no iba a haber mucama que te ordenara tus inner-quilombos.
Love,
J.

Anónimo dijo...

Elemental de Buenos Aires, conseguite un siamés gato-perro, altamente recomendado. Besos. Rita.

Diego Grillo Trubba dijo...

Serena, tanto como que me quieren...

NN, ¿y cómo soy?

Pushkar, no te maltraté, fui irónico... ¡Come on! (siempre quise decirte eso).

J., es cierto, el infierno siempre vuelve. Love.

Rita, lo estoy pensando. Besos.

Anónimo dijo...

Es bueno tenerlo de vuelta.


N.

Diego Grillo Trubba dijo...

N, ¡pero si nunca me fui!

Unknown dijo...

Jajajaj, Come on! Me gustan las ironías y hoy siento felicidad porque tocan los Depeche!!!!! Esperamos más.
Gracias por entender mi tono.

Lumi dijo...

Más por favor?

Serena ahora Serena2 dijo...

ok. Así te quiero yo por lo menos.

Diego Grillo Trubba dijo...

Luminicus, tus deseos son órdenes.

Serena, gracias.

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