17 octubre 2009

Elemental en Colombia: La Matrix, con doblaje venezolano

Martes (cont.).

Conecto la notebook, y le envío un mail al Editor. Dice más o menos así:
"Boludo, no sabés, acá yo soy vos".
Voy a la heladera, saco una Coca-Cola.
"¿Cómo?", responde enseguida.
"Puto", le escribo sintéticamente, mientras me río y lo imagino riendo en Buenos Aires al leerlo. Los hombres tenemos eso: nos reímos con pelotudeces. Lo cual, para permitírselo de cuando en cuando, no está nada mal.
Veo que en la pantalla el indicador me señala que resta poca batería. Voy al sillón donde desparramé las cosas que traje en la mochila, encuentro el cable de conexión, y cuando llego a la notebook descubro con horror que el enchufe no es compatible. Mierda. Cuando fui a España me pasó lo mismo. Me olvidé las dos veces.
Llevo una mano a mi frente. Comprendo. Es Colombia, que no desea contacto con Buenos Aires, con quien soy en Buenos Aires. Nada de Elemental.
-Ok -le digo a la habitación-, pero más vale que respetes el rol que me asignaste.
Cuando suena el teléfono, casi me cago encima del susto a que sea una respuesta de la habitación. Camino con pasos cuidadosos hasta el aparato, levanto el tubo.
-¿Don Elemental? -me dicen del otro lado de la línea.
-¿Colombia? -pregunto.
-No, de la recepción.
-Ah.
Por un instante me desilusiono. Al siguiente, estoy ilusionado. ¿Y si es La Chica Más Linda Que Vi, que se arrepintió y no puede esperar hasta mañana y vino a verme y desea ofrecerme la ciudadanía colombiana en forma de polvo desenfrenado?
-Dice el Ejecutivo que ya se pueden reunir.
-Ah.
Otra desilusión. Bueno, nada es perfecto.
En la pantalla de la notebook, respuesta del Editor. "Puto", dice. Me río. Me río bastante. Soy barato, para reírme.
El ascensor es extremadamente lento. Para pasar de un piso al otro tarda al menos treinta segundos. A cinco pisos... No sé cuánto es. Imposible. Soy un as de las cuentas mentales, y esta es una pelotudez. Imposible que no pueda deducir cuánto es cinco por treinta. Es... Soy el Editor Más Fachero. Elemental saca cuentas mentales, se obsesiona, se preocupa, establece teorías y lazos inesperados y funestos. El Editor no.
-Gracias -le digo al espejo-. Gracias, Colombia, pero me podrías haber dejado las cuentas mentales. Tengo que hacer alguna compra, y el tipo de cambio...
Me pregunto cómo será, esto de ser el Editor Más Fachero. De todas formas, no me lo puedo preguntar tanto. El ascensor se detiene en el segundo piso. Giro, y veo que quienes vienen son Catherine Fulop y Hugo Chávez.
-Ey, hola -digo, con tono seguro y simpático.
-Hola, argentino -me dice Catherine.
Ella gira, se pone de frente a la puerta del ascensor. Aprovecho que está de espaldas a nosotros para preguntarle con una seña a Hugo Chávez si aprovechó para golpear la habitación de Catherine Fulop. El único problema es que no existe lenguaje internacional de señas para algo así, y Huguito me responde con el ancho de espadas azorado.
-¿Estuvieron conociendo la habitación del otro? -le pregunto a Catherine, mientras con la mirada cago a pedos al Elemental venezolano como indicándole que éso era lo que le estaba preguntando.
-No -dice Hugo.
-No -dice Catherine-, aproveché para llenar el jacuzzi y darme un baño de espuma. Desnuda.
Hugo me mira. La nuez, en su cuello, baila más que un actor en baja en el programa de Tinelli. Transpira. Debe estar imaginando a Catherine Fulop, desnuda, en la bañadera.
Y entonces...
La matrix.
Lo que me rodea se transforma en sucesiones binarias, todas de color blanco -no verde como en la película, tampoco debe olvidarse que estamos en Colombia y que acá el blanco es sugestivo, idiosincrático-. Caen desde el infinito, y hacia otro infinito siguen. Miro al Elemental venezolano, que no sabe si responder a lo que dijo Catherine Fulop o irse a la habitación para hacer una pasada por el baño, y él está compuesto por sucesiones binarias. Como en la película, pero acá, en un hotel boutique colombiano. Catherine Fulop también está delineada por sucesiones binarias.
Todo es lógico.
Así es como el Editor comprende las relaciones entre hombres y mujeres.
Él lo entiende todo.
Y yo soy él.
Y comprendo por qué Catherine dijo lo que dijo. Exactamente. Comprendo sus intenciones y sus deseos. Sus miedos y fantasías.
Comprendo todo.
Incluso cómo hará el Elemental venezolano para volteársela antes de que regresen a Caracas.

3 comentarios:

esloquehay dijo...

Ahora voy a leer pero antes: gracias por volver al blanco! beso desde la madrugada alemana

Diego Grillo Trubba dijo...

Esloquehay, de nada.

Serena ahora Serena2 dijo...

es brillante su mátrix colombiano.
de todas formas, al venezolano le falta mucho mérito para convertirse en un elemental. Mucho.

es tan exitoso el EMF en el amor?? Se preocupa tanto por las cogidas externas?? Es un cogedor altruista??????

Recuerde de nunca viajar al norte del ecuador americano con el EMF - se produciría una ruptura de tiempo y espacio al mejor estilo volver al futuro que complicaría la evolución del mundo tal cual lo conocemos...

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